
Aunque el precio de las entradas no son tan costosas como en el resto de países de Latinoamérica, ir al cine en Venezuela, en el contexto actual, no es, como en tiempos pasados, un plan familiar al que se podía ir una o más veces semanales, si había buenas y variadas películas en cartelera.
El precio de las entradas es bajo en comparación con otros países, pero puede ser significativo para el venezolano promedio debido al bajo poder adquisitivo. Un boleto estándar puede costar entre 2 y 5 dólares, dependiendo de la sala y la ciudad; las salas VIP o funciones especiales son más caras, rondando los 8-10 dólares, lo que las hace menos accesibles para muchos.
El gran gasto para todos son las golosinas o alimentos que se antojan consumir allí; desde las tradicionales cotufas o palomitas de maíz, pasando por chocolates, maní, snacks, caramelos y gomitas; hasta exquisiteces de los últimos tiempos como perros calientes, tequeños, pizzas, hamburguesas e incluso sushi.
En una Venezuela aún en inflación, ir al cine a disfrutar de alguna película en cartelera se ha convertido en un lujo que pocos pueden pagar y quien sí puede lo hace con el temor de que su presupuesto aumente en el ínterin, más si se va en familia.

Saca la cuenta
En Venezuela existen dos grandes cadenas de cines: Cinex y Cines Unidos, cuyas salas están mayormente en centros comerciales; en distintos estados del país han surgido salas independientes, incluyendo la naciente Cinepic, perteneciente al grupo Sambil, que cuenta con dos multicomplejos en Caracas y promete multiplicarse en el país.
En promedio, una entrada se puede conseguir de 2 a 10 dólares, dependiendo de la sala. Los precios más altos se trata de las llamadas salas VIP, que cuentan con servicios adicionales como grandes butacas, bebidas alcohólicas y más.
Ahora, después de elegir la sala y pagar el boleto, sea de manera presencial en el local o a través de las páginas web de cada una de las empresas de entretenimiento, la experiencia no puede estar completa si no se pasa con algo para comer; ahí es cuando la calculadora comienza a desnutrir la billetera.

Como es tradición en Venezuela, las chucherías cuestan un poco más que en cualquier kiosco o supermercado. Y como pocos se conforman con una pequeña golosina, existen también los combos, que pueden contener cotufas, refrescos y otros condumios.
El más económico de esos combos, en promedio, como para que puedan comer una o dos personas, cuesta unos 10 dólares; si la bebida es pequeña y solo alcanza para uno, pues se eleva más de 2 dólares al comprar otro vaso de refresco o té frío el más caro, con un envase de cotufas familiar, puede llegar a 20 dólares.
El que se quiera dar un «gustico», pues tiene que pagar por «balas frías» como tequeños, perros calientes, nachos, nuggets de pollo y otras entre 5 a 20 dólares más.
Los populares platanitos, papas fritas, maní, salvavidas, carlotinas y otros, van desde 1,5 a 5 dólares.

Es decir, que si una familia de por lo menos 4 personas decide pasar un rato agradable frente a la gran pantalla, debe ir, por lo menos, con 20 dólares cada uno, eso sin sumar el precio del pasaje o estacionamiento, y si se quiere un antojo adicional en la feria de comida o un helado a la salida.
No obstante, cada cadena tiene en sus menús combos pequeños que rondan los 5 dólares, pero se trata de una sola cotufa y un refresco vaso pequeño.
Hay también los más osados que llevan sus snacks comprados escondidos en sus bolsos o bolsillos de la ropa; algo que en muchas salas está prohibido y llegan, incluso, a revisar las pertenencias antes de ingresar.
A pesar de las dificultades, ir al cine sigue siendo una actividad social valorada, especialmente entre jóvenes y familias con ingresos superiores al salario mínimo.
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